Pues bien, resulta que estos últimos cuatro días fueron los más horrorosos, dolorosos y cansados de mi vida; no solo pase dos días muriendo por la fiebre si no que después de llevarme al médico y esperar mi recuperación me encuentro con que para llegar al tan ansiado alivio me tienen que injectar... Tres veces. No es que le tema a las jeringas pero... Me molesta el ardor que sientes cuando el líquido pasa a tu cuerpo, eso y el constante dolor de cadera y pierna que me quedo después; aún así es genial ya no tener esos 38 grados de fiebre y poder dormir.
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